La palabra vecino cobra más sentido cuando se pronuncia en un pueblo. Frente al desapego común en las ciudades, en el medio rural el vecino es un amigo, un apoyo, alguien al que acudir cuando se tiene un problema. Es también en las pequeñas localidades donde los sentimientos hacia el de al lado se magnifican: se le odia o se le adora, fruto todo ello de una estrecha convivencia.
Esta conexión especial con el vecino es una de las pocas ventajas de que todavía disfrutan los residentes en los pueblos salmantinos. La dejadez de las administraciones y la política de recortes emprendida bajo el paraguas de la crisis están convirtiendo a la provincia de Salamanca en un lugar inhóspito, poco habitable, foco de la huida de los jóvenes hacia otros enclaves más propicios para su desarrollo personal.
Por eso nos encerramos la semana pasada en la Delegación de la Junta de Castilla y León. Y estamos dispuestos a seguir con nuestras reivindicaciones en las sedes de otras administraciones. No podemos permitir el desmantelamiento del medio rural, algo que terminaría dando al traste con nuestra provincia entera.
La resurrección de los pueblos en Salamanca debería pasar, fundamentalmente, por el cuidado de cuatro pilares:
Empleo
La primera medida de choque debería ser un plan de empleo, bien financiado y consensuado con todos los colectivos afectados; entre ellos, las asociaciones de vecinos, que conocen de primera mano los problemas de su ámbito de actuación. Las cifras de desempleo en la provincia son insoportables: acabamos de superar la barrera de los 37.000 parados inscritos en las oficinas de Ecyl.
El medio rural debe dejar de constituir un erial para convertirse en una tierra de oportunidades. La producción agroganadera ecológica y de calidad, los servicios, la artesanía, el teletrabajo, el turismo… Sí, los nichos de empleo existen. Falta una verdadera apuesta por parte de las instituciones, y ya no solo con subvenciones, sino con facilidades administrativas, logísticas y de asesoramiento para que las personas que se lancen a esta aventura no se enfrenten a un calvario.
Sanidad
Llevamos meses gritándolo: “Arribes quiere vida”. Nadie en su sano juicio puede defender simultáneamente las bondades de la vida en una comarca periférica mientras, por la puerta de atrás, le retira las urgencias nocturnas. Y es que hay ciertas zonas donde la orografía y la edad avanzada de la población pueden convertir en tragedia lo que en una ciudad no sería más que un susto médico. Así que no cejaremos en nuestro empeño hasta que la Junta de Castilla y León restituya a Las Arribes los servicios sanitarios que requiere.
Educación
La reducción de la inversión en educación pública golpea duramente al medio rural. Para que una familia esté convencida de que desea quedarse en su pueblo debe contar con la garantía de que sus hijos recibirán una educación de calidad, en las mismas condiciones que un niño escolarizado en la ciudad. Una vez más, la Junta tiene que mojarse.
Comunicaciones
¿Cómo plantearse trabajar desde una localidad alejada de la capital con unas carreteras que constituyen una prueba para la paciencia y la sangre fría de cualquier conductor? ¿Cómo apostar por el teletrabajo con unas conexiones a Internet caras y que, en caso de fallos, te pueden dejar absolutamente vendido? No podemos consentir que las administraciones miren para otro lado: la Diputación debe redoblar sus esfuerzos para cumplir en tiempo y forma y ampliar su plan de carreteras; y todas las instituciones tienen que impulsar la extensión de la banda ancha de calidad, y a precios competitivos, en el medio rural.